jueves, 28 de diciembre de 2017

Consternación previa al viaje de cada año

Hace un par de semanas me ocurrió algo que me dejó consternado. Estaba regresando de almorzar recontra alegre, sintiendo el espíritu navideño inundar todo mi ser (y decir eso es mucho porque estoy gordito), cuando de pronto veo a un señor indigente que estaba buscando comida en un tacho de basura. Iba a pasarme de largo pero quise hacer algo diferente, así que fui al kiosko de la esquina y compre un triple (de pollo, jamón y queso) y una botella de agua. Fui a ofrecerle lo que había comprado al señor y esta fue su respuesta: "NO ME JODAS, YO ME CONSIGO MI COMIDA SOLO, NO NECESITO....". No terminé de escuchar lo que decía porque mientras vociferaba se alejaba, dejándome a mi con el pan y agua en la mano estirada. Me fui como perro arrepentido, pensando que hacer con lo que había comprado, no me lo iba a comer yo porque no tenía hambre y no quería que se fuera a desperdiciar. Mientras caminaba por un puente pensaba por qué la gente reacciona así un ayuda desinteresada de otros. ¿Será alguna mala experiencia? ¿Quizás orgullo? No lo sé. Por suerte mía, al bajar el puente encontré a otro señor en la misma situación, el cual muy amablemente me agradeció la ayuda.

Hace 5 años aproximadamente he tenido la costumbre de viajar al menos una vez al año a Tarapoto, ciudad de mis padres. Me sirve como relajo y de cierta forma una limpia espiritual y terapia, pues cada que voy regreso recargado. En el Censo Nacional dije con orgullo y dignidad que me considero "Indígena de la amazonia" por mis ancestros.

La selva peruana tiene un encanto único: su verde, su comida, su aire, sus ríos, su sol, su gente. Es un paquete completo que no me niego ni pongo excusas para comprar, para mí es un viaje obligado. A algunos les gusta el mar, a mi me gusta la selva, debe ser porque nací por ahí. Este año pasaron cosas muy interesantes  y otras de las que no me siento muy orgulloso, y seguramente estar allá entre la tranquilidad de sus tierras me servirá de catarsis. Será la primera vez que recibiré el Nuevo Año por allí, no sé por qué me siento nervioso. 

Viajemos todos. Seríamos un mejor mundo.

La moraleja de hoy: 
Dar ayuda a quien lo necesita y quiera ser ayudado.

Felices fiestas para todos.

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